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El gobierno de Trump se ha caracterizado hasta el momento por usar los aranceles como una amenaza para conseguir lo que quiere. Colombia es uno de los primeros países en sufrir su mano dura. Nuestra diplomacia y nuestro comercio estuvieron cerca de entrar en crisis total gracias a la estrategia del presidente estadounidense. Tal es su poder sobre nosotros.
¿Pero qué nos espera en el futuro en materia de aranceles?
Robert Lighthizer, asesor de Trump, tiene planes más grandes. Su apuesta es que el sistema internacional de comercio ha fallado porque el tan alabado libre comercio en realidad no existe. Esto ha provocado unos desequilibrios gigantescos en la balanza comercial de EEUU. Y la única manera de que ese país persiga sus intereses comerciales en una situación así es por medio de aranceles.
¿Pero en qué se basa Lighthizer para afirmar eso?
En el sistema internacional actual hay varios países que tienen un superávit comercial muy grande. Esto quiere decir que exportan bastante más de lo que importan. En un orden comercial bueno, esto no debería suceder sino de manera excepcional y por poco tiempo. En general, ni grandes déficits, ni grandes superávits deberían ser posibles. Uno compra con lo que exporta. Sin embargo, China, Alemania, Vietnam, entre otros países, tienen un gran superávit, mientras EEUU tiene un gran déficit.
Lo anterior es importante porque todo superávit en un país tiene que corresponderse con déficit en otro. El superávit, explica Lighthizer, es el resultado de políticas que reducen el poder adquisitivo de los ciudadanos de un país para que sus manufacturas sean más competitivas en el exterior. Alguien tiene que pagar ese superávit: los países que compran las exportaciones, pero no logran que las suyas sean compradas por el país con el superávit. Por ejemplo, EEUU le compra más a China de lo que China le compra a EEUU.
Esta crítica no es necesariamente de derecha. La economista de izquierda Joan Robinson ya la había hecho en los años 30 del siglo pasado. Estas políticas que ya describí resultan malas para el bienestar global (reducen la demanda global de bienes y servicios, y, por tanto, el empleo), pero buenas para los países que las practican. Les permiten desarrollar su sector industrial, aunque disminuyendo el consumo de sus ciudadanos en el corto plazo.
¿Qué pretende hacer Lighthizer?
Los países verdaderamente comprometidos con el comercio libre deberían unirse en un solo bloque comercial. Para los demás habría aranceles. Si China, por ejemplo, tiene grandes superávits comerciales, se le pondrían aranceles hasta que el comercio con EEUU quede equilibrado.
Lighthizer sabe, sin embargo, que la protección de las industrias nacientes es una receta clásica de los países en vías de desarrollo que quieren ponerse al día en tecnología con los ricos. A estos países se les permitiría durante un tiempo estas protecciones industriales.
Pero desde nuestra perspectiva es obvio que esto le daría a EEUU un gran control sobre las políticas industriales de los países periféricos o subalternos. Al mismo tiempo, es verdad que el sistema actual tiene grandes fallas. Los países con superávit sí están vendiendo sus productos a costa de los países con déficit.
Además, el diagnóstico en el que se basa Lighthizer tiene varios problemas. Para empezar, como ya lo ha notado Dani Rodrik, la política industrial de China ha terminado por enriquecer otros países. Por ejemplo, las energías verdes han bajado tanto de precio gracias a China, que tanto consumidores como productores en todas partes se han enriquecido y beneficiado. Esto, por supuesto, ha tenido como resultado que los chinos puedan vender más en otros países, ayudando a su superávit comercial.
¿Dónde quedamos los colombianos aquí? Nosotros tenemos una balanza comercial en déficit significativo, especialmente con EEUU. Importamos más de lo que exportamos. En principio, deberíamos quedar en el grupo de países favorecidos por EEUU. Nuestras protecciones comerciales no son lo suficientemente significativas como para que nos den un superávit comercial. Al contrario, sufrimos las protecciones de EEUU, como en agricultura.
Sin embargo, uno debe preguntarse, en caso de que vayamos a seguir con más ahínco las políticas de industrialización, cuáles serían las condiciones que EEUU nos impondría para poder perseguirlas. China probablemente no habría alcanzado su nivel actual de industrialización por medio del libre comercio, ni por medio de políticas limitadas por EEUU.
Un enfrentamiento con EEUU sería una alternativa muy costosa. Entrar dentro del grupo que sufre aranceles podría significar el quiebre de varias industrias. Reemplazar a EEUU como socio comercial no es fácil. Además, también podría significar que los migrantes colombianos sean más perseguidos que otros. La sola fricción diplomática sería pésima para el comercio y para los ciudadanos. Esto es algo que no nos podemos permitir.
Nosotros, en tanto país periférico, tenemos un rango limitado de acción. Trump parece que lo va a reducir aún más. Esto demanda una estrategia más seria y prolongada de nuestra parte en varios frentes: migración, comercio, industria, diplomacia. Pero para eso necesitamos un Estado sólido que sea capaz de formular políticas en el largo plazo. Esto no es imposible, como creen algunos, pero sí toma mucho trabajo y muchas luchas.
¿Seremos capaces?