Carlos Zorro profesor asociado del Cider de la Universidad de los Andes
Carlos Zorro Sánchez
Profesor pensionado del Cider de la Universidad de los Andes
czorro@uniandes.edu.co
24/09/2019

El Día Mundial del Turismo, que se celebra el 27 de septiembre, es ocasión para pensar sobre las implicaciones de esta actividad, una de las que más rápidamente se ha extendido por el mundo y a cuya expansión Colombia no ha sido ajena. Según la Organización Mundial del Turismo, OMT, agencia de la Organización de las Naciones Unidas, el turismo en el mundo ha pasado de unos 25 millones de personas en 1950 a unos 1.400 millones en 2019 (OMT, 2019), cifras estas que ilustran la enorme magnitud de esta expansión. Colombia, por su parte, en los años más recientes ha pasado de recibir 1.591.120 visitantes extranjeros no residentes (2012) a 3.107.630 (2018) (MinCit, Citur, 2019)[1]. Si a estas cantidades se suman las llegadas de pasajeros en cruceros y de colombianos no residentes, se tienen en total 2'439.132 y 4'281.851 visitantes respectivamente para los años citados (MinCIT, Citur, 2019). Esto corresponde a unas tasas anuales de crecimiento del 12% en 2017 y del 10,4% en 2018, que superan las del turismo mundial (6%) y la región latinoamericana (3%).

 

Obviamente, flujos de tales proporciones inciden sobre las condiciones de los países tanto receptores como emisores de turistas. Dejando de lado las razones de esta expansión, claramente vinculada a la ruptura de las fronteras nacionales propia de la globalización y al mayor poder adquisitivo de parte de la población mundial, se mencionan aquí algunos aspectos de la influencia del creciente turismo sobre los países, regiones y ciudades receptoras.

 


Foto: ShonEjai. Pixabay.com

En primer lugar, los contactos entre personas de diferentes culturas pueden generar una interpenetración enriquecedora tanto para el turista como para quienes lo reciben. Esto, si el contacto es presidido por un mutuo respeto que ponga en valor la autenticidad de las culturas receptoras. De lo contrario, lejos de realzarlas, el turismo puede provocar aculturación y degradación, haciendo de ellas un simple espectáculo. Afortunadamente, las tendencias recientes son positivas ya que buscan entender y vivir tales culturas más que acercarse a ellas como espectáculo u objeto de diversión.  

 

El goce derivado de la contemplación y, más aún, de la integración con la naturaleza y de las huellas perdurables que el ser humano ha dejado en ella a lo largo de milenios no puede contribuir a su contaminación y deterioro que, tal como lo muestran diversas experiencias, se presentan fácilmente en ausencia de directrices y controles adecuados. El turismo está llamado a promover la sustentabilidad del planeta y no a contribuir al deterioro de este.

 

Desde el punto de vista social, es indispensable que los beneficios obtenidos por el turista y por las empresas que promueven y gestionan directamente esta actividad, se extiendan hacia las comunidades receptoras. El turismo debe ser factor de mejoramiento de tales comunidades y no de exclusión atribuible a procesos como la gentrificación y la agudización de las disparidades en perjuicio de los grupos más vulnerables.

 

La contribución del turismo al PIB de los distintos países ha sido ampliamente estudiada desde la perspectiva de que más allá de la promoción y atención al turista, su expansión afecta a las numerosas actividades que directa o indirectamente hacen parte de su cadena de valor. Los resultados obtenidos por diversas metodologías indican que, en conjunto, estas  actividades contribuyen en cerca del 10% al PIB mundial (OMT y otros, 2018). Aunque en Colombia esta participación es mucho menor, 3,8%, (MinCIT, Citur, 2019), su expansión en los últimos diez años ha sido mucho más rápida que en el conjunto del mundo. Se observa, sin embargo, que con frecuencia los beneficios del turismo se concentran en unas pocas empresas y solo en pequeña proporción llegan a las comunidades receptoras.  

 

El turismo ha venido transformándose de manera acelerada en función de cambios tanto en las preferencias de los turistas como en la tecnología. Unos y otros se han convertido así en referentes fundamentales para el desarrollo de la actividad que, sin perder el rumbo de largo plazo como fuente de desarrollo social y económico, exige de sus gestores flexibilidad para introducir, de manera consciente, ágil y oportuna las innovaciones exigidas por tales cambios.

 

En esta línea, no puede olvidarse lo que la prospectiva ha denominado "hechos portadores de futuro" o sea cambios cuya proyección no encuentra asidero en las series históricas, justamente por su novedad, y que normalmente solo pueden ser anticipados por conocedores del tema en profundidad. Fue el caso, por ejemplo, de la irrupción de los teléfonos celulares en el caso de la telefonía y es el de los alojamientos Airbnb en el del turismo. Las dinámicas observadas podrían dar lugar a situaciones hoy inéditas, como la práctica de diversas formas de turismo virtual.

 

Ahora bien, teniendo en cuenta que el flujo de turistas tiende a concentrarse en ciertas áreas es necesario hacerlas objeto de atención prioritaria para garantizar que sus comunidades sean beneficiarias efectivas de la actividad, y evitar los impactos potencialmente depredadores de esta. El componente territorial, ligado al papel protagónico de las comunidades, debe así jugar un papel fundamental en la concepción, diseño y gestión del turismo. A este respecto cabe señalar que el Cider y la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad, con el apoyo de la Facultad de Educación y en asocio de la red "Territorio y Desarrollo en la Región Caribe", integrada, además del Cider, por las universidades Tecnológica de Bolívar, Atlántico, Magdalena, Norte y la Corporación Universitaria del Caribe, Cecar, han previsto realizar un programa académico que, basado en las premisas anteriores y dirigido principalmente a quienes hacen parte de la cadena de valor del turismo, contribuya a mejorar las condiciones de este en la Costa Caribe Colombiana.

 

Se ha dejado para concluir, el tema de la ética, no por ser el menos importante, sino por el contrario, por ser la base de cualquier actividad que, en este campo, como en cualquier otro, pretenda impulsarse. Al respecto, baste resaltar que más allá del beneficio de algunos empresarios y del disfrute de algunos viajeros, el turismo debe adoptar una visión teleológica, de largo plazo, que contribuya al avance hacia una sociedad más equitativa, más justa y regida por el mutuo respeto entre el turista y la población que lo acoge.

 

MinCIT, Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Citur, 2019, en http://www.citur.gov.co/estadisticas

 

Organización de las Naciones Unidas https://www.un.org/es/events/tourismday/; consultado agosto 28, 2019

 

OMT, Organización Mundial del Turismo, 2019, https://www2.unwto.org/es/press-release/2019; enero 21 de 2019, consultado agosto 28, 2019

 

https://www2.unwto.org/es/press-release/2019-01-21/, consultado agosto 28, 2019

 

OMT, Organización Mundial del Comercio, Consejo Mundial de Viajes y Turismo, Centro de Comercio Internacional (2018), http://www2.unwto.org/es/press-release/2018-10-08/turismo-comercio-y-la-omc-comunicado-conjunto-de-la-omt-la-omc-el-itc-y-el-, consultado agosto 28, 2019

 

[1] Estas cifras no incluyen los ingresos por las fronteras terrestres, lo que evita contabilizar el desplazamiento masivo de población venezolana registrado en los últimos años.

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