Agua, género y mosquitos

Trabajar y aprender juntas:

Investigación colaborativa en la intersección entre agua, salud y género en tiempos pandémicos

Líder del proyecto: Cecilia Roa-García, Cider Universidad de los Andes (Bogotá) Investigadores principales: Alejandro Camargo, Universidad del Norte (Barranquilla); Tatiana Acevedo-Guerrero, Copernicus Institute for Sustainable Development, Utrecht University (Países Bajos), Clara Roa, Fundación Evaristo García (Cali) y Claudia Romero-Vivas, Laboratorio de Enfermedades Tropicales, Universidad del Norte (Barranquilla)

Este proyecto de investigación nació con el propósito de analizar los factores biofísicos y socio-económicos que rodean las rutinas de intermitencia en el servicio de agua, de cosecha de lluvias y de almacenamiento de agua en ciudades de Colombia. Buscamos entender el contexto en que se reproduce el mosquito Aedes aegypti y estudiamos la vulnerabilidad de algunas comunidades a las enfermedades transmitidas por estos mosquitos en barrios de Barranquilla y Buenaventura, las principales ciudades portuarias del país. En ambas ciudades escogimos un grupo de barrios donde los servicios de agua son intermitentes y precarios, y donde ha habido brotes de Dengue, Zika y Chikunguña. Es decir, un grupo de barrios en que los cortes de agua han influenciado históricamente el bienestar de las comunidades. Especialmente, han influenciado la vida de las mujeres quienes generalmente se encuentran a cargo de la consecución y tratamiento de agua para labores como lavado de ropas, limpieza del hogar, preparación de los alimentos y cuidado de niños, adultos mayores y personas enfermas.

Labores de almacenamiento de agua, fotografía por Sindy Vanessa Caicedo. Buenaventura 2020.

Para el desarrollo de la investigación, elaboramos un plan que tuvo que ser adaptado a la crisis de salud pública ocasionada por la pandemia del Covid-19. Además de ajustar los tiempos de la investigación e incluir una primera fase de trabajo de archivo, escogimos dos caminos de recolección de información. En un primer momento, cuando apenas empezaba a conocerse la dinámica del virus, implementamos los diarios del agua y después, una vez establecidos los protocolos de bioseguridad para visitar los barrios a finales de 2020, nos embarcamos en las encuestas de productividad de pupas.

Etnografía en tiempos de pandemia

Los Diarios del Agua fueron elaborados por habitantes de los barrios seleccionados en Buenaventura y Barranquilla. De la mano de organizaciones sociales y académicas, hicimos una convocatoria para seleccionar a veinticuatro mujeres que trabajaron como etnógrafas e investigadoras. Las etnógrafas fueron vinculadas en un empleo formal durante el transcurso de la investigación. Los diarios de agua son textos auto etnográficos en que las mujeres documentan, describen, dibujan, graban y fotografían con detalle sus experiencias con los cortes en el servicio de agua, la cosecha de lluvia y el almacenamiento de agua. Así mismo, describen sus experiencias con enfermedades transmitidas por mosquitos y sus vivencias e imaginarios sobre la epidemia de Covid-19 en medio de los cortes de agua y las cuarentenas.

Estas entradas diarias se complementaron con las historias de vida de mujeres del barrio o la familia, en las que mujeres mayores hablaron sobre la construcción de los barrios y la lucha por el acceso a los servicios públicos y otros derechos. Es importante mencionar que para escribir estos diarios del agua las etnógrafas no tenían que salir de casa. Lo mismo sucedió con las historias de vida, que fueron recolectadas entre personas de la misma familia o mediante conversaciones telefónicas o vía WhatsApp. Esto fue de vital importancia durante la pandemia ya que pudimos registrar las rutinas y hábitos alrededor del almacenamiento de agua en una forma segura y que no implicó ningún riesgo de salud para el equipo.

Módulo del curso virtual, ejercicio los diarios del agua. Mayo de 2020.

Esta metodología permitió continuar con la recolección de información y fortaleció el trabajo colaborativo con mujeres, organizaciones comunitarias y funcionarios de salud y servicios de agua. Desarrollar los diarios del agua requirió mucho trabajo, creatividad y constancia pues nos reunimos de manera periódica e insistimos en que etnógrafas de ambas ciudades entablaran diálogos virtuales. Con el propósito de preparar a las mujeres seleccionadas en la convocatoria, desarrollamos un curso en línea con tres módulos. El primero sobre el método etnográfico, el segundo sobre género, políticas de cuidado y agua y el tercero sobre historias de vida. Este curso en línea, desarrollado por los investigadores principales, fue tomado por las veinticuatro etnógrafas. Fue también en este curso que hablamos sobre requerimientos éticos y de consentimiento informado en el marco de las etnografías. A todas las mujeres se les proporcionó con anterioridad un teléfono celular inteligente, dotado de internet ilimitado, para grabar y escribir los diarios. Recibieron también una cartilla con textos para complementar los módulos virtuales . Las investigadoras de cada ciudad que completaron el curso recibieron un diploma de la Fundación Evaristo García. El curso se encuentra actualmente en línea y contará con acceso abierto para ser utilizado por otros investigadores en Latinoamérica de habla hispana.

Cartilla con textos para complementar los módulos virtuales. Estas cartillas junto con un teléfono inteligente fueron entregadas en las viviendas de cada investigadora antes de empezar el curso.

Entomología en tiempos de pandemia

Como parte del proyecto interdisciplinario se incluyó una pesquisa sobre los contextos biofísicos en que se reproducen los zancudos. La profesora Claudia Romero-Vivas y su equipo de investigación en el Laboratorio de Enfermedades Tropicales en la Universidad del Norte en Barranquilla han estado utilizando encuestas de productividad de pupas desde 2002 para identificar los lugares donde los mosquitos Ae. aegypti se reproducen de una manera más exitosa. Este tipo de investigación, que consiste en un método de barrido simple dentro del agua almacenada con una pequeña red, fue seleccionado para estimar con precisión el número total de pupas en recipientes de almacenamiento de agua.

Actividades de muestreo de larvas, fotografía por equipo de investigadoras. Buenaventura 2020.

En el marco de la pandemia, el equipo de entomólogos del Laboratorio se dispuso a diseñar un entrenamiento virtual para que un grupo de investigadores en ambas ciudades llevara a cabo la encuesta en una muestra de hogares. En Barranquilla, técnicos de la Secretaría de Salud fueron contratados para llevar a cabo la encuesta. En Buenaventura, donde la Secretaría de Salud cuenta con menos empleados y capacidad institucional, se contrató a un grupo de etnógrafas para que se entrenaran virtualmente y pudieran llevar a cabo la encuesta en sus propios barrios, bajo la supervisión de la secretaría. Es importante mencionar que, a diferencia de los diarios del agua que se realizaron en los meses iniciales de la pandemia, la encuesta entomológica se llevó a cabo hacia finales de 2020 cuando se habían establecido todos los protocolos de bioseguridad para visitas a los hogares. Los investigadores estuvieron bajo la supervisión de las secretarías de salud de ambas ciudades.

Tras recibir el entrenamiento virtual, los investigadores recibieron el equipo de bioseguridad y las herramientas para llevar a cabo la encuesta. De la mano de funcionarios de las secretarías de salud se dirigieron a un número de viviendas en los barrios escogidas con anterioridad. Después de obtener el consentimiento por escrito de los adultos en cada hogar en cada barrio, se registró el número, categoría, material y uso de todos los recipientes con agua. Todo el contenido de los recipientes pequeños de almacenamiento de agua se transfirió a recipientes blancos, utilizando pipetas, antes de contar las pupas. Todas las larvas y pupas en los contenedores más grandes, como los tanques y tambores utilizados para el almacenamiento de agua, se recolectaron en múltiples barridos con redes de malla fina y se transfirieron a recipientes blancos para los conteos. Todos los investigadores fueron entrenados para poder identificar las pupas de Ae. aegypti observando su morfología. Algunas muestras fueron enviadas al laboratorio en Barranquilla para corroboración.

Ceremonia de graduación curso Etnografía, Género y Cuidado, fotografía por Clara Roa. Buenaventura 2020.

Adriana Gisela Riasco Caicedo

Investigadora y etnógrafa del proyecto Climate change, gender, & equity in access to water in urban Colombia

Mi experiencia como etnógrafa/investigadora del proyecto

Mi nombre es Adriana Riascos, tengo 35 años, soy madre cabeza de hogar de tres niños: dos niños de 10 y 14 años y una niña 6 años. Nací el 18 de enero de 1986 en López del Micay, Cauca. Mi mamá se llama Carmen Edith Caicedo, mi papá se llama David Jesús Riascos. Después de 11 meses de nacida, mis papás me llevaron a Buenaventura y allí fui criada por mi abuela, Beneranda Ruiz Valencia, quien me enseñó todo lo relacionado con nuestra cultura y nuestras costumbres. En Buenaventura resido actualmente, en el barrio Nueva Colombia, más conocido como la comuna 11, en la zona continental.

En febrero 2020 el papá de mis hijos me invitó a una reunión convocada por el Comité por la Defensa del Agua y la Vida. Este fue el primer encuentro que tuve con el proyecto. Allí, se encontraban la profesora Clara Roa y la funcionaria Jazmín Machado, de la Secretaría de Salud hablando sobre un proyecto sobre agua y zancudos en Buenaventura. Para ese entonces, yo participaba en la Junta de Acción Comunal del barrio, porque como comunidad hemos mantenido una lucha constante con varias dependencias como Hidropacífico por problemas relacionados con el agua. Cuando llueve, por ejemplo, las calles se inundan y nadie puede pasar, pero si abres el grifo en tu casa no tienes ni una gota de agua. Por esta razón, fui seleccionada para participar en el proyecto. El Comité por la Defensa del Agua y la Vida reunió a varias mujeres de mi comunidad, ya que este proyecto quería tener un enfoque más participativo para las mujeres: somos nosotras quienes, al estar en nuestros hogares, recolectamos y cuidamos el agua y atendemos a nuestras familias y nuestros enfermos, lo que ocasiona muchas afectaciones en materia de salud física y mental

Mi experiencia durante la capacitación

Después de esta reunión, me inicié en las actividades del proyecto. Recuerdo tomar clases que mostraban la forma correcta de grabar y escribir todas nuestras experiencias con el agua y los mosquitos. En febrero inició la pandemia del COVID -19, y durante este tiempo empezó nuestra labor como investigadoras. A mi casa llegó una cartilla y un celular con datos para trabajar en el proyecto. Primero, antes de iniciar el trabajo, estudiamos durante dos semanas con la cartilla, el material de trabajo. Este era un libro de apoyo que explicaba qué era la etnografía, especialmente cómo hacerla en temas de mosquitos y de agua. También tuvimos clases virtuales. En esta parte, recuerdo mucho los diarios de agua. Se llamaban así, porque cada día debía enviar mi experiencia frente al agua dentro de mi hogar y en la comunidad y reportar lo que transmitían las noticias y la radio. Este espacio fue muy importante para aprender lo que podíamos o no hacer durante la investigación. Por ejemplo, no debíamos usar fotos de niños, nos enseñaron a usar nuestro celular para grabar audios claros, videos efectivos, fotos de calidad y subir el contenido a internet o compartirlo en WhatsApp.

Larvas en recipiente de almacenamiento de agua, fotografía por Melissa Orobio. Buenaventura 2020.

Las clases se realizaban durante la mañana, y debíamos participar en todas. Poco a poco nos fuimos conociendo a través de las dinámicas preparadas. En alguna ocasión recibimos una capacitación de dos horas sobre agua y mosquitos, otro día sobre el género y, para las ultimas clases, nos explicaron cómo realizar el trabajo. Por dos meses llevé mi diario del agua con aportes diarios.

Antes de participar en esta capacitación, había intentado estudiar logística portuaria en 2007, pero en ese año quedé embarazada de mi primer hijo y me detuve en mi primer intento. Luego, en el 2011, con mi segundo hijo de meses, regresé a mis estudios, pero fue muy difícil, porque cuando regresaba de estudiar me daba cuenta de que mis hijos no habían comido durante el día y estaban muy mal cuidados, especialmente el menor. Me retiré, entonces, por segunda vez. Esta capitación sobre los diarios del agua no fue fácil, porque me dividía entre cuidar a mi hija, acompañarla en sus clases virtuales, al igual que a mi otro hijo, que estaba en cuarto de primaria. Era un ritmo duro, imagínese, la niña tenía en el 2020 sólo 5 años, ella es la menor de los tres. Afortunadamente recibía más apoyo, especialmente con el mayor, y, luego de estos intentos de estudiar logística portuaria, esta capacitación en los diarios del agua fue un logro. Ha sido una dicha terminar el curso y llegar a la graduación. Las tareas que debíamos realizar, según la cartilla, eran muy fáciles para mí. Como empecé a trabajar en el proyecto, las personas me percibían diferente, me apoyaban y hasta se ofrecían a cuidar a mis hijos. La experiencia fue buena en varios aspectos, porque aprendí cosas que antes no sabía. Por ejemplo, algo que es claro ahora es que los zancudos proliferan en agua limpia. Yo no tenía ni idea de eso, pero ahora lo sé. También sé que es la hembra la que pica: para mí la hembra y el macho picaban igual.

Además, la experiencia como investigadora durante la encuesta de pupas fue muy buena. En mi barrio muchas personas me conocen, pero en Bellavista la gente fue muy buena. Nos abrieron sus puertas, aunque con reservas por el Covid, pero siempre fueron amables, e incluso nos brindaban desayuno y gaseosa. Todos trabajamos mucho en el muestreo de larvas, que fue este proceso de ir a los barrios. Se nos dotó de guantes, chalecos, tapabocas, alcohol y gafas. Afortunadamente, en las capacitaciones se habló mucho de estas medidas de seguridad sobre cómo aplicarse el alcohol, la forma correcta de usar el tapabocas y cómo entrar o pedir autorización en las casas. Finalmente, después de todo este trabajo, hubo una graduación presencial en Buenaventura; yo no asistí porque tenía compromisos con mis hijos, pero recibí mi diploma en la casa. Saber y estudiar cosas me hizo ser más líder dentro de la comunidad, aunque no me siento como una lideresa social. En mi barrio las personas se me acercan y me preguntan por temas del agua, de zancudos y sobre qué deben hacer si tienen problemas. La gente sabe que tomé un curso, que hice un trabajo e investigué el tema, saben que me gradué y que tengo mi diploma. De alguna manera, sí soy referente para los demás.

A partir de un taller virtual en que las etnógrafas leyeron sus diarios del agua, la artista Angie Vanessita creó una ilustración de los hábitos de almacenamiento de agua.

Esta investigación se puede leer en el siguiente hilo de Twitter