Diana Ordoñez inicia pasantía doctoral en la UNLP
Diana Ordóñez Castillo ha cursado la primera parte de su semestre de Pasantía en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, bajo la supervisión de la profesora Cecilia Ceraso PhD. Durante los meses de agosto y septiembre la estudiante de Doctorado en Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo participó en eventos académicos vinculados a la universidad anfitriona y en visitas a lugares y espacios de memoria significativos de Argentina.
Gracias a la gestión de la Secretaría de Investigaciones de la UNLP, Diana tuvo la oportunidad de compartir con profesorxs e investigadorxs sobre memoria, derechos humanos y justicia transicional, con quienes discutió su proyecto de investigación. Además, Diana fue la invitada en la clase de Taller de Tesis con los estudiantes de doctorado de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Durante este encuentro, se discutieron aspectos metodológicos de la investigación comprometida, el posicionamiento político, el trabajo con comunidades vulnerables y, en general, aspectos prácticos de la escritura de una tesis.
Argentina es uno de los países con mayor trayectoria en los estudios de memoria asociados a la violencia sociopolítica, y la inmersión en una cultura como esta ha marcado un hito también los aprendizajes de Diana. Esta tradición política se manifiesta, no solo en espacios académicos, al contrario, las demandas de memoria, verdad y justicia hacen parte del lenguaje común de la ciudadanía, e incluso, constituyen el paisaje de las ciudades.
En Buenos Aires, dos espacios llaman la atención en esta configuración: el Parque de la Memoria y el Museo de Sitio de Memoria Esma. El primero es una explanada de acceso abierto, frente al río de La Plata, que reúne obras de arte y los memoriales de homenaje a las 30.000 víctimas de la dictadura militar que sufrió Argentina entre 1976 – 1986. El diseño urbanístico de este espacio lo ha convertido un lugar de descanso y contemplación, donde las familias y amigos se reúnen a para pasar las tardes soleadas, para compartir meriendas y para que lxs niñxs jueguen con sus bicicletas y cometas.
Muy diferente es el espíritu de la ExEsma. Las que fueran las instalaciones del centro de detención y ejecución clandestina al servicio de la violencia estatal, hoy mantiene latente su aura macabra y enrarecida. En este lugar cada pared es, aun, un testimonio y su condición como prueba judicial lo ha hecho ingresar como parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad. La apuesta por la patrimonialización del dolor es, ciertamente, una estrategia audaz que insiste en llamar la atención sobre la dimensión de la barbarie, la sevicia y la crueldad, particularmente en un momento en el que parece que la humanidad hubiera olvidado lo que la une.
Un tercer aspecto que enriqueció la experiencia de la Pasantía fue el encuentro con el ‘3er Malón por la paz’. Este es la movilización que emprenden comunidades indígenas de Jujuy, al norte de Argentina, para denunciar la expropiación de tierras a que están siendo sometidos para convertirlos en terrenos para explotación de litio. El malón, como la minga, es un espacio en el que confluyen demandas coyunturales, pero que reclaman una memoria larga que cuestione los modelos socioeconómicos extractivistas y colonizadores. En específico, las comunidades indígenas de Jujuy plantean las consecuencias nefastas de la privatización del agua, la violencia con la que se ha reprimido su movilización, la desaparición de sus líderes y el incumplimiento sostenido de los acuerdos anteriormente logrados.
La memoria es el tema que articula las luchas del malón y de los lugares conmemorativos, y, aunque no pueden equipararse, conviene detenerse en el llamado de atención en el que ambos coinciden, la reflexión sobre la responsabilidad del Estado y de la sociedad en la perpetuación de modelos sociales, económicas y políticos fundados en la violencia y el exterminio de la diferencia.