Inicio / Boletines / El rol de las universidades para resolver la crisis de la vivienda. Lecciones del Foro Urbano Mundial

El rol de las universidades para resolver la crisis de la vivienda. Lecciones del Foro Urbano Mundial

Por: Adriana Hurtado, profesora asociada Cider de la Universidad de los Andes 

 

En el Foro Urbano Mundial que tuvo lugar entre el 4 y el 8 de noviembre de 2024 en El Cairo, tuve la oportunidad de participar en la mesa redonda de la academia, “En el ojo de la tormenta: cómo la investigación puede ayudar a resolver la crisis de la vivienda y la crisis climática”. La mesa, que transcurrió a toda velocidad por presiones de tiempo, incluía representantes de universidades, organizaciones sociales y agencias multilaterales de varios países del mundo.  

En el panel en el que participé, enfocado en la crisis de la vivienda, conversamos sobre maneras en que las universidades están transformando su rol para convertirse en agentes más fuertes de cambio para enfrentar las crisis, especialmente en cuanto a articulación con organizaciones de base. Mi intervención resaltó, partiendo de dos experiencias recientes de investigación, primero una frustración y segundo una oportunidad: 

Recientemente hemos comenzado a analizar, en diálogo con 5 países de América Latina, experiencias de alianzas para acompañar procesos de densificación y verticalización en áreas de origen informal. Estas experiencias demuestran que sí es posible hacer intervenciones que logren al mismo tiempo mitigar el riesgo de desastres, rehabilitar zonas de importancia ambiental, mejorar la vivienda y la infraestructura urbana sin necesidad de desplazar a la gente o de ponerla en situaciones de vulnerabilidad social o económica. Sin embargo, una frustración es que cuando en nuestros países se abre una ventana para la innovación de política o para el trabajo en alianzas para el mejoramiento del hábitat, muchas veces estas experiencias quedan restringidas a “proyectos piloto”, nosotros en las universidades las documentamos como estudios de caso, y finalmente no logran hacer parte central de las políticas de vivienda, que siguen operando con fuertes inercias que limitan el acceso a la vivienda adecuada de las personas más pobres. Entonces las universidades tendríamos que ir más allá de denunciar los problemas de la gente o las fallas de la política, esto es importante pero no es suficiente.  

Frente a esta frustración, una experiencia reciente nos cambió la manera de pensar la relación entre universidad, comunidades y gobiernos. El proyecto Change Stories es una investigación con enfoque colaborativo en la que las universidades de tres ciudades (Belfast en Irlanda del Norte, Belo Horizonte en Brasil y Bogotá en Colombia) sirven como plataforma de encuentro entre organizaciones comunitarias y gobiernos para entender cómo se producen cambios urbanos hacia ciudades y sociedades más justas. En Bogotá el objetivo es visibilizar la manera en que organizaciones de mujeres han logrado posicionar sus temas prioritarios en la agenda pública, incluyendo temas de equidad de género, de cuidado, y también de acceso de las mujeres a derechos, entre ellos el derecho a la vivienda. Las mujeres han tenido ya triunfos en cuanto a incidencia en la política pública, pero la sostenibilidad de estos triunfos es incierta debido a los cambios de gobierno y sus agendas particulares. Como universidad, co-diseñamos la investigación con ellas, desarrollamos las actividades que ellas priorizan para visibilizar sus logros y que así el trabajo acumulado tanto de las organizaciones sociales como de los gobiernos locales no se desperdicie ni se quede solamente en intervenciones puntuales. En el proyecto también organizamos eventos de aprendizaje mutuo en los que las organizaciones sociales de ciudades que desde una perspectiva comparada pueden no tener mucho en común, terminan circulando información, recursos y herramientas para fortalecer su incidencia en política pública. Y la universidad se convierte en una plataforma de encuentro para facilitar esto.  

En un segundo momento de la mesa la conversación fue sobre los principios de involucramiento de las universidades que podrían funcionar para lograr avances significativos en la agenda de las políticas de vivienda. El panel tuvo que terminar porque se acabó el tiempo, pero estos eran los tres principios que tenía para resaltar: 

El primero es poner atención a lo que la gente ya está haciendo para resolver el problema de acceso a la vivienda, sea o no frente a los ojos de los gobiernos. Las poblaciones más marginalizadas en las ciudades del sur global han solucionado por su lado el problema de la vivienda: no solamente han construido sus viviendas e infraestructuras, sino que han hecho ellas mismas, especialmente las mujeres, las veces de infraestructura de soporte. Desde las universidades tenemos que oírlas más para poderlas apoyar. 

El segundo principio es convertir el conocimiento acumulado en imperativos para la política urbana y de vivienda. No basta con coleccionar estudios de caso. Hay que transformar el rol de las universidades de productoras de conocimiento a plataformas de encuentro para formar coaliciones e informar políticas. Esto es especialmente importante en tiempos de múltiples crisis, pues las universidades pueden ofrecer cierta estabilidad ante contextos de volatilidad en las prioridades de la política pública y de las lógicas del mercado.  

El tercer principio se relaciona con transformar la manera misma en la que diseñamos, implementamos y financiamos la investigación, para que el ejercicio académico tenga la flexibilidad y la capacidad de adaptación necesaria a lo que se requiera para avanzar las agendas. Así como nuestras investigaciones en temas de vivienda han mostrado que mantener, cuidar y reparar las viviendas y barrios es igual o más importante que construir y construir viviendas nuevas, nuestra investigación tendría que avanzar hacia lo mismo, no solamente construir en el sentido de hacer proyectos y más proyectos, sino tomarnos el tiempo para mantener, reparar y cuidar las relaciones con los distintos actores y construir agendas de larga duración. Lógicamente esto requiere transformaciones más profundas, desde la financiación de la investigación, las maneras como adjudicamos los recursos, hasta de las lógicas de diseminación de resultados, para poder pasar de objetivos rígidos e investigaciones lineales a atención al contexto, escucha, diseño colaborativo y emergente.   

El mensaje final: los gobiernos van y vienen, pero la gente se queda. Las universidades deberíamos quedarnos también.