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CREAR UN BARRIO POPULAR ES CREAR PODER POPULAR

Foto: Fernando Hernández.

 

Por: Edson Luiz[1]

La década de 1980 marcó el inicio de la dictadura de los mercados. Frente a la promesa neoliberal de prosperidad y empleo a cambio de menos derechos, que dialogaba con el mundo en un momento de crisis, América Latina pagó un alto precio con esta lógica impuesta por el capital de dejar libre el mercado y construir un Estado mínimo. Tras 40 años de esta falacia, seguimos siendo testigos de los peores indicadores a través de las tasas de desempleo, la desigualdad social, el aumento de multimillonarios y el abismo social que no ha hecho más que aumentar desde entonces. 

En vista de esto, el Movimiento de los Trabajadores sin Techo, MTST, tenemos presente que la lucha por la vivienda es una etapa importante en la vida de cada persona que hace parte de las ocupaciones, pero no la única. Sabemos que un techo por sí solo no resuelve los problemas de los sin techo, por lo cual nuestra lucha diaria y constante pasa incesantemente por el rescate de la dignidad, en la búsqueda de mejores condiciones de vivienda, salud de calidad, transporte público, educación, cultura y ocio, entre otros. Buscamos el poder popular tan ausente en América Latina. 

En este año en que el MTST celebra 25 años de lucha y resistencia fuimos invitados a un programa de talleres participativos financiados por la Open Society University Network (OSUN) y el fondo Talloires Network para la investigación comprometida. Este programa consistió en un intercambio entre Brasil (MTST) y Colombia (Corporación Cultural Hatuey y Asociación Pro-Desarrollo de Familias, APRODEFA), organizadores académicos y traductores solidarios. Si, por un lado, este intercambio nos permitió ver que las condiciones impuestas a América Latina por el neoliberalismo se han agravado a niveles de extrema desigualdad; por el otro, también pudimos ver que nuestras luchas están más interconectadas de lo que imaginamos y que las herramientas de resistencia a este sistema de opresión son cada día más fuertes. 

Fuimos recibidos en la Universidad de Los Andes donde definimos las actividades en conjunto, las expectativas y objetivos generales de los encuentros. Empezamos con una actividad participativa a través del Diagrama de Ven como forma de presentación de los movimientos y organizaciones participantes, acompañado de un diálogo sobre los conocimientos necesarios para alcanzar los futuros deseados. Posteriormente realizamos una evaluación colectiva. Esa reflexión fue el primer contacto con los saberes de cada participante y nos sorprendió ver como movimientos tan distantes geográficamente se presentan con realidades similares como la centralidad del territorio y la importancia de la organización de las mujeres, aspectos muy preciados en el MTST. 

Quizás lo que más nos impresionó fue el rescate de la memoria del territorio como derecho, lo cual presenciamos en la visita a el barrio El Dorado, donde la organización Hatuey tiene su sede. Recrear desde la memoria los momentos históricos de los barrios y de las personas que fueron víctimas de la violencia a través de actividades que permitan el cuestionamiento sobre el origen de esta violencia, desarrolla la potencialidad de la memoria como posibilidad de transformación. 

El arte y la cultura también demostraron ser una herramienta de resistencia en esta búsqueda del poder popular. Por todos los lugares que visitamos en el centro de Bogotá se respiraba arte y cultura. Esto incluye el Rincón Cubano donde conocimos más de cerca la salsa, un ritmo que nació en los cabarés cubanos en los años cuarenta, caracterizado por la mezcla de música caribeña y que tiene influencias del mambo, el chachachá, la rumba cubana, el reggae e incluso la samba brasileña. Esto lo aprendimos de forma poco habitual, a la hora del almuerzo, cuando pedimos el picante. La palabra salsa significa "picante" o "mezcla", lo que define bastante bien el sentido del ritmo. Sumado a lo anterior, tuvimos contacto con gente del movimiento Hip Hop que nos señaló lo mejor de la escena RAP colombiana. También fuimos bendecidos con un encuentro ancestral en la calle con la Red de Parteras Étnicas de Bogotá. Este es un proceso que ha estado funcionando desde 2009 como resultado del avance y empoderamiento de las mujeres indígenas y afrodescendientes. 

Visitar el Teatro La Candelaria fue una experiencia única. Allí nos encontramos con el retrato del maestro Santiago García (QEPD), director de este importante teatro que empleó el método de la "creación colectiva" en sus obras, abordando los graves problemas políticos y sociales de su sociedad, al mismo tiempo que se comunicaba con el público popular. Para nosotros esta oportunidad fue un aprendizaje para la vida. La resistencia también va de la mano con el spray. En el centro de Bogotá es difícil ver una pared en blanco. Hay graffitis que se apropian del espacio público por todas partes, transmitiendo mensajes de carácter político, social, cultural, humanitario y, sobre todo, artístico. Nos llamó en especial uno del artista Guache en el barrio El Dorado en el que estaba escrita la frase: ¡Minga le digo! 

Durante nuestra visita al barrio La Perseverancia, en el restaurante El Rancho de Lili, fuimos recibidos por ella y su compañero Pedro. Allí tuvimos el honor de degustar de una estupenda cena. Ellos contribuyen a la lucha contra el hambre a través de la solidaridad y garantizando la alimentación de las familias que resisten el proceso de criminalización del barrio La Perseverancia. En nuestros recorridos visitamos los barrios de La Macarena y el Bosque Izquierdo, donde comprendimos el proceso de gentrificación, similar a la llamada política de higienización que se ha producido en el barrio de Higienópolis, en el centro de Sao Paulo. En este caso, los más ricos, emplearon un vacío jurídico que permite a los propietarios de más del 60% del suelo de una manzana decidir sobre el futuro de la zona, controlando las decisiones sobre esta. En esta lógica, los más pobres se quedan sin poder de decisión y se hace mucho más difícil resistir al proceso de opresión y violencia urbana. 

En cuanto a la gastronomía, necesitamos más tiempo para apreciar tantas cosas maravillosas que nos fueron ofrecidas. El esfuerzo de resistencia a través del arte, la cultura, la gastronomía, la memoria, la solidaridad, nos muestra que tenemos identidad colectiva y conciencia de clase, fundamentales para la creación del poder popular en los barrios de Colombia y Brasil. 

[1] Integrante del Movimiento Raíz de la Libertad del MTST.