Tres décadas de movilización que abarcan desde Tijuana hasta la Patagonia han consolidado el activismo ciclista en América Latina como un campo de acción amplio pero concreto. Un componente importante del quehacer activista es la producción de la bicicleta como algo que “tiene sentido” y “razón” de ser en la ciudad. Se trata de un artefacto movilizado como (parte de) la solución a diversas problemáticas urbanas; y un vehículo en el que se inscriben múltiples valores que la convierten en una herramienta idónea para animar una nueva política urbana. Esta investigación toma como punto de partida la premisa de la investigación militante de que los movimientos sociales son espacios de creación, crítica, reformulación y difusión de conocimientos. Analizo dos prácticas de conocimiento relacionadas dentro del activism ciclista: primero, los procesos de generación de materiales en donde la bicicleta se consagra como un vehículo resiliente, eficiente, y para todo el mundo – narrativas que existen en tensión lógicas neoliberales. En segundo lugar, analizo los procesos mediante los cuales se desarrolla una “política de la bicicleta” a través de las pedagogías de la movilización. Planteo que el conocimiento activista no se posiciona como subalterno, en contraposición al conocimiento “experto”. Más bien, estas prácticas son formas de “tecnificación” de las organizaciones que les permiten situarse como pares ante expertos municipales. Esta perspectiva nos permite re-distribuir y re-politizar el conocimiento urbano.