Inicio / Boletines / ¿Para qué sirven los datos de percepción ciudadana?

¿Para qué sirven los datos de percepción ciudadana?

 

En diciembre 4 de 2024 me invitaron a participar en un panel para discutir los resultados de la encuesta de percepción ciudadana 2024 de Bogotá Cómo Vamos. Después de presentar las principales cifras, nos sentamos a discutir tanto los resultados como su relevancia. Alrededor de la discusión estaba el cuestionamiento sobre ¿para qué sirven los datos de percepción ciudadana, si tenemos datos más “duros” u objetivos? Mi postura en el panel fue que los datos subjetivos son importantes para la toma de decisiones de política pública por dos razones principales: porque sirven para “desempaquetar” cifras que tienden a ignorar diferencias, y porque permiten tomar decisiones de política oportunas, así las percepciones coincidan o no con los datos duros. 

Los datos de la encuesta de percepción ciudadana de Bogotá arrojaron, por un lado, indicadores que muestran esperanza como el aumento del optimismo y de la buena percepción del gobierno local frente a la encuesta del 2023, y el mantenimiento del nivel de orgullo y satisfacción de vivir en Bogotá, que ha aumentado en las encuestas de los últimos años. Sin embargo, la encuesta muestra resultados muy bajos en todos los indicadores de corresponsabilidad, es decir, la ciudadanía tiene percepciones negativas sobre el comportamiento de los demás. El 42% no confía nada en los habitantes de la ciudad, el 40% no confía en la alcaldía, el 30% no confía nada en vecinos. Los niveles de desconfianza y miedo aumentaron, y hay desesperanza en la justicia (la gente no denuncia porque cree que no sirve para nada). 

Por otro lado, los resultados mostraron brechas importantes de género, edad y estrato en muchos de los indicadores. Las mujeres reportaron mayores niveles de pesimismo y menores niveles de confianza, al igual que las personas mayores y de estratos bajos. Esto obedece a condiciones desiguales, una misma ciudad la vive gente de diferentes maneras. “Desempacar” los datos de percepción nos puede dar pistas sobre los efectos de las desigualdades urbanas que van más allá de las desigualdades de ingreso e impactan aspectos fundamentales como la calidad del ambiente urbano (la percepción sobre calidad del aire y del agua mostró grandes diferencias según zonas de la ciudad) y la percepción de bienestar físico y emocional, base para la calidad de vida. Nos indican también a quiénes se debe atender prioritariamente desde la política pública: en el caso de esta encuesta, las mujeres mayores que viven en zonas de estratos bajos de la ciudad. 

A veces las percepciones pueden mostrar procesos que coinciden con indicadores objetivos (por ejemplo, el mapa de percepción de calidad de aire en Bogotá coincide con el mapa de niveles de contaminación). Otras veces pueden mostrar cambios (positivos o negativos) de manera más rápida que los indicadores objetivos, y esto puede ser muy útil para política pública: si los cambios son positivos, puede ser una señal de que las políticas van en la dirección correcta, y si son negativos (por ejemplo, cuando crece percepción de inseguridad, pero incidencia de delitos no ha crecido) pueden ser alertas tempranas, antes de que el efecto negativo se termine de materializar. 

Cuando las percepciones no se corresponden con los indicadores subjetivos, esto es también interesante y útil para orientar política pública. En algunas mediciones de percepción ciudadana, los resultados de indicadores subjetivos pueden ser peores que los 

objetivos: un caso clásico en el mundo es la asociación percibida entre migración y aumento del crimen, que generalmente no se corresponde con los datos objetivos. Esto muestra la necesidad de trabajar más las percepciones -reducir la incidencia de estereotipos, prejuicios y estigmas en la percepción del otro- que la seguridad en sí misma. Por el contrario, en temas como satisfacción residencial, los resultados de indicadores subjetivos suelen ser mejores que los objetivos. En esta encuesta de percepción ciudadana y en varios estudios en el mundo, se reportan niveles altos de satisfacción con la vivienda (en la encuesta fue de 81%) incluso en contextos con problemas de habitabilidad, localización u otras precariedades residenciales. La explicación aquí puede ser que en ciudades donde el acceso a una vivienda adecuada es tan limitado y los hogares luchan por años, invirtiendo toda clase de recursos financieros y humanos para lograrlo, es entendible que al preguntar a una persona que de 1 a 10 califique cuánto está satisfecha con su vivienda le ponga un puntaje alto así tenga problemas. En este caso, la política pública tendría que trabajar por mejorar las condiciones habitacionales de la gente, así las percepciones no muestren insatisfacción. 

Para concluir, las percepciones no son indicadores que puedan ser interpretados de manera aislada, sino siempre relacional: la gente percibe algo siempre en comparación con otra cosa (otro momento, otra situación, otras personas). El indicador subjetivo no es solamente un complemento a los datos duros, de hecho, los datos duros pueden contextualizar los indicadores subjetivos y a partir de ese diálogo se encuentran explicaciones. Conocer las percepciones de la ciudadanía sirve para monitorear las políticas, para retroalimentación oportuna, para entender si las políticas están alineadas con las necesidades y expectativas de los ciudadanos y para priorizar las acciones. Bienvenidos entonces todos los esfuerzos para conocer qué piensa, qué siente y que vive la gente, eso hace parte del diálogo estado-ciudadanía que puede producir políticas públicas más adecuadas y pertinentes, y de paso aumentar la confianza de la ciudadanía en quienes toman las decisiones de su ciudad. 

 

Columna escrita por: Adriana Hurtado