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4. Conflictos derivados de Obras hidráulicas de recuperación de ríos y Conflictos relacionados con enfoques de restauración de ríos.

El aprovechamiento del recurso hídrico y la mitigación de las condiciones de riesgo, exigen la construcción de obras hidráulicas que tienen el potencial de transformar significativamente la estructura y funcionamiento del medio natural.

Para asegurar la disponibilidad de agua para generación de energía en el sistema Charquito – Salto – Laguneta, en la cuenca alta y media se han construido embalses como Sisga, Neusa, Tomine y Muña que en conjunto permiten regular el caudal que fluye por el río Bogotá de manera que incluso en los periodos de estiaje o verano se cuente con agua suficiente para la producción de energía eléctrica. Estos embalses se complementan con las compuertas de Alicachín, ubicadas en el municipio de Soacha sobre el cauce del río Bogotá, compuertas que generan un reflujo en el río que puede alcanzar los 50km de longitud, en otras palabras, el mismo río funciona como un embalse y su operación obedece principalmente a la generación de energía.

En los últimos años se han realizado esfuerzos importantes para adelantar la adecuación hidráulica del río Bogotá, permitiendo ampliar su sección hidráulica y realzar los jarillones, sin embargo, estas acciones no pueden confundirse con una restauración ambiental, ni con la eliminación de las condiciones de riesgo.

El realce de los jarillones en efecto reduce la posibilidad de desbordamiento del río, pero no eliminan la condición amenazante, sino que la transforman en un nuevo escenario de riesgo por rompimiento de jarillones y encharcamiento que puede dar una falsa idea de seguridad. En la cartografía asociada al Decreto 555 de 2021 resulta evidente como las áreas que anteriormente estaban catalogadas en amenaza alta y media por inundación en las proximidades del río Bogotá hoy aparecen sin amenaza por desbordamiento, pero son reconocidas dos nuevas condiciones amenazantes: la inundación por rompimiento de jarillones (3535,54 Ha en amenaza alta) y la inundación por encharcamiento o insuficiencia de drenaje (5238,01 Ha en amenaza alta).


Fuente: Alcaldía de Bogotá, Decreto 555 de 2021

En este escenario no deberíamos sorprendernos de las cada vez más frecuentes inundaciones en las vías y barrios de Bogotá ante aguaceros cuyo caudal debe ser evacuado mediante bombeo por encima de los jarillones, como tampoco podemos desconocer que ante un eventual rompimiento de los jarillones vastas zonas del sur-occidente de Bogotá se verían afectadas por una inundación repentina.

Tampoco podemos confundir la adecuación hidráulica con un proceso de restauración. Contrario a ello, se profundiza la desconexión del río con el sistema de humedales y las áreas de amortiguación, se restringe totalmente la movilidad lateral del río y se reemplaza la cobertura vegetal de las riberas del río Bogotá por terrazas o bermas cubiertas con pasto que ofrecen menor resistencia hidráulica, lo que demuestra que el río Bogotá ha sido transformado en un canal domesticado según las necesidades de generación de energía y producción de suelo urbano.

A esta realidad no escapan sus afluentes. El río Tunjuelo durante décadas ha perdido gran cantidad de sus meandros, dando paso a un cauce más rectilíneo y controlado por sistemas de jarillones. En su lugar crecen barrios residenciales, el cementerio del Apogeo, parques distritales y hasta parqueaderos del sistema Transmilenio, y como si no fuera suficiente, la Resolución 2304 de 2019 de la Secretaria de Ambiente reduce el 69% de la zona de ronda del río Tunjuelo en el sector de canteras inundadas, pasando de 322,44 Ha a solo 102,22 Ha, desconociendo incluso los lineamientos del Decreto 2245 de 2017 mediante el cual el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estableció los criterios para delimitación de zonas de ronda.

Esta reducción de zonas de ronda tiene una razón, viabilizar el desarrollo de la actuación estratégica Reverdecer del Sur. De esta manera, las antiguas zonas de meandros que amortiguaban los picos de caudal y protegían a la ciudad de las crecientes del río Tunjuelo se transformaran en vías y viviendas. Al parecer resulta más rentable construir nuevos proyectos de vivienda en lugar de revitalizar y mejorar los barrios existentes, aunque eso signifique la degradación del medio natural. Atrás quedaron los planes de manejo y rehabilitación de zonas de ronda, así como los diseños paisajísticos que pretendían integrar la ciudad con el río.

 

Lo más paradójico, es que con la eliminación de estas zonas de amortiguación se incrementa el caudal del río Tunjuelo hacia aguas abajo y se incrementa la condición amenazante para miles de habitantes del sur-occidente de Bogotá, no solo se construyen obras hidráulicas para transformar la estructura y funcionamiento del medio natural, sino que también ocasionan nuevas y mayores condiciones amenazantes.