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2. Conflictos relacionados con la ocupación de rondas y alteración de recurso hídrico

La ocupación de las rondas hídricas en el área urbana de Bogotá y en la Sabana ha sido uno de los principales conflictos relacionados con el ordenamiento en torno al agua y la gestión del riesgo hídrico en la región.

El acelerado crecimiento urbano, que llevó a la capital a pasar de 6,7 millones de habitantes en 2005 a más de 7,93 millones en 2024 (CCB), ha ejercido una presión sin precedentes sobre los ecosistemas estratégicos, particularmente los humedales y zonas de regulación hídrica. El cuadro No 1 muestra el efecto del crecimiento urbano en la ocupación del conjunto de humedales en la ciudad y el porcentaje del área perdida en el espejo de agua entre 1950 y el 2016.

Cuadro 1. Transformaciones de los humedales 1950-2016

Humedal

Espejo de agua (ha)

Área perdida espejo de agua (%)

1950

1989

2016

1950-1989

1950-2016

Torca-Guaymaral

166,03

36,90

1,50

77,78

99,10

La Conejera

145,02

21,59

13,16

85,11

90,93

Córdoba

178,45

18,78

8,82

89,47

95,06

Tibabuyes o Juan Amarillo

152,56

128,83

21,39

15,56

85,98

Jaboque

128,62

113,17

20,02

12,01

84,43

Santa María del Lago

16,47

7,29

5,64

55,74

65,75

El Burro

36,66

16,91

0,20

53,88

99,45

Techotiba o La Vaca

-

51,94

3,37

 

92,93*

Techo

10,32

0,49

-

95,28

-

Capellania

127,23

14,75

5,84

88,40

95,41

Meandro del Say

77,19

76,20

13,60

1,29

82,38

Tibanica

9,18

10,01

3,79

N/A

58,70

El Salitre

-

5,59

1,30

-

76,74*

El Tunjo

18,50

6,78

33,20

63,34

N/A

La Isla

28,28

3,04

-

89,25

-

 

Fuente: (Cruz et al., 2017)

El cuadro muestra la transformación de los humedales en Bogotá. Puede observarse una pérdida de espejo de agua en los humedales del orden del 90%, en la mayoría de los casos producto de la construcción de infraestructura vial y la consolidación de viviendas. Como muestra el estudio de Cruz et al., (2017) los humedales El Burro y Torca y Guaymaral perdieron más del 99% del área de su espejo de agua, los humedales de Capellanía, Córdoba y la Conejera más del 90% y los humedales Tibabuyes o Juan Amarillo, Jaboque y Meandro del Say entre un 82 y un 86%. Se mantienen con menor pérdida Santa María del Lago y Tibanica con 65,7 y 58,7% de pérdida del espejo de agua respectivamente.

Los humedales son espacios de agua que están presentes en todos los municipios de la Sabana de Bogotá como Funza, Madrid Mosquera, Soacha, Chía y Cota, entre otros, y al igual que los humedales del distrito vienen sufriendo procesos de transformación y ocupación lo que termina por afectar los servicios ambientales esenciales que prestan como la regulación del clima, la purificación del agua y la recarga de acuíferos[1].  

Analizando los procesos de ocupación y transformación de ríos, lagunas y humedales en Bogotá, otro caso es el de la laguna del Tintal. Originalmente, esta laguna constituía un solo cuerpo de agua, pero con la construcción del Aeródromo de Techo y la Avenida de las Américas, en los años 30, lo fraccionó en 5 humedales, conocidos como Tibanica, La Vaca, El Burro y Techo y la laguna Timiza. En la  imagen No 3 se muestra un análisis multitemporal del humedal Techotiba o La Vaca el cual inicialmente tenía una superficie de 51,94 Ha en 1980 de las cuales quedaron tan solo 3,37 Ha, que representan una pérdida del 92,93%, lo anterior para dar paso a barrios residenciales atraídos por la proximidad a la central de Corabastos.

Imagen No 3. Transformación de humedal Techotiba y la Vaca.


Fuente: (Franco, 2024)

Otros ejemplos de urbanización y fragmentación de humedales son el proceso de urbanización sobre los humedales El Burro y Techo (ver Imagen No 4), y la fragmentación de los humedales Torca y Guaymaral por la Autopista Norte (ver imagen No 5).  Estos casos evidencian un modelo de expansión territorial que históricamente ha ignorado la función ecosistémica de estos espacios.

El humedal El Burro y Techo perdió el 99,45% de su área, pasando de 33,66 Ha en 1940 a solo 0,20 Ha en 2020. En su historia aparecen hitos urbanos como la construcción de la Avenida Ciudad de Cali, avenida Las Américas, carrera 86, industrias Bavaria, el Centro Comercial Tintal Plaza, la Biblioteca Pública El Tintal y urbanizaciones como Tintalá y Nueva Castilla.

Imagen 4. Transformación del humedal el Burro y Techo


Fuente: (Franco, 2024)

Como señala Franco, los humedales Torca y Guaymaral cobran fuerza en nuestra historia reciente producto de frecuentes inundaciones de la Autopista Norte que colapsan la movilidad, pero en su historia podemos reconocer una superficie inicial de 166,03 Ha en 1940 que se redujo drásticamente a 1,50 Ha para dar paso en 1952 a la construcción de la Autopista Norte que dividió en 3 partes el Humedal. Aunado a ello aparece la construcción de la Escuela de Ingeniería Colombiana, el Colegio San Viator, cementerio Jardines de la Paz, cementerio Jardines del Recuerdo, el Club de la Universidad Nacional, barrios como El Jardín, Villa Del Prado, Nueva Zelandia, Tejares del Norte, Mirandela, Rincón del Puente, Iguazú, Verbenal, Maranta y Canaima, cada una de estas infraestructuras aportando su granito de arena a la destrucción del humedal tanto física como funcionalmente  (Franco 2024).

Imagen 5.Tranformación de humedales Torca y Guaymaral


Fuente: (Franco, 2024)

En este punto es preciso reconocer que los humedales constituyen un ecosistema rico en biodiversidad, aunque frágil, que a su vez cumplen un papel importante en la amortiguación de crecientes, especialmente en la transición de los cerros orientales hacia el río Bogotá, tramo en el cual se experimenta una fuerte reducción de pendiente que obliga a las aguas a ocupar mayor área. Al fragmentar los humedales y reducir su superficie se obliga a las aguas a desbordarse o simplemente, a buscar recuperar su territorio, con tal suerte que el ordenamiento en torno al agua implica mucho más que ordenar el agua, significa reconfigurar la relación entre el ser humano y la naturaleza, entre el espacio construido y el medio natural.

A pesar de los esfuerzos de la Secretaría Distrital de Ambiente en la delimitación y vigilancia de las rondas hídricas, y del papel de la Secretaría del Hábitat en la planificación territorial, la construcción de infraestructura vial, el crecimiento de suelo urbano y usos agroindustriales, la ocupación ilegal continúan degradando estos entornos. La falta de un enfoque integral de ordenamiento territorial basado en la gestión del agua ha intensificado conflictos socioambientales, aumentado el riesgo de inundaciones y acelerado la pérdida de espacios del agua y con ello de biodiversidad entre especies locales y foráneas. Uno de los retos, es entonces, desarrollar estrategias que logren conservar la funcionalidad de humedales que aun existen en la Sabana de Bogotá.

En este, contexto un caso representativo en la Sabana es el del Humedal Gualí, ubicado en el municipio de Funza, extendiéndose hacia otras zonas de Cundinamarca, es uno de los ecosistemas estratégicos más afectados por la urbanización, el crecimiento industrial y la actividad agrícola en la Sabana de Bogotá, desde 1940 ha tenido una reducción en sus dos zonas surorientales (Ver Imagen 6)

En la margen occidental del río Bogotá se ubica el complejo de humedales Gualí – Tres Esquinas, en jurisdicción de los municipios de Tenjo, Mosquera y Funza, víctima de la fragmentación por el cruce con vías, presionado por el crecimiento de suelo urbano y usos agroindustriales como son las plantaciones de flores, ahogado por el vertimiento de aguas residuales sin tratamiento y con una colmatación creciente producto de la degradación de las coberturas naturales cuya escorrentía fluye hacia el humedal.

No obstante, el humedal Gualí – Tres Esquinas aún conserva un espejo de agua importante, que le ofrece la posibilidad de conservar su funcionalidad tanto ecosistémica como hidráulica, razón por la cual es una oportunidad para no repetir los errores que se cometieron con los humedales de Bogotá y avanzar en su recuperación y restauración.

Imagen 6. Humedal Guali-Tres Esquinas.

Finalmente, hay que señalar que unos de los mayores retos de la planeación y el ordenamiento territorial en torno al agua es la   necesidad de revertir la tendencia urbanística de hacer de los ríos y quebradas el patio trasero, haciendo lo posible por verlos de frente y que sus rondas sean un espacio público compartido, limpio, seguro, accesible y no endurecido o artificializado; constituyéndose los cauces en ejes ordenadores ambientales y culturales de gran valor urbanístico[2]. No es un tema nuevo, muestra de ello el Código Nacional de Recursos Naturales –Decreto 2811 de 1974- reconoce el cauce y una faja paralela de hasta treinta metros como bienes inalienables e imprescindibles del estado, sin embargo, en la Sábana de Bogotá la morfología de los ríos y humedales expresa a manera de cicatrices los efectos del crecimiento urbano.

 

 


[1] Un caso emblemático de ocupación de ríos en el Distrito, el del río San Francisco en Bogotá en cuyas riberas se consolidó el área urbana, aunque pagando un alto precio, las corrientes que inicialmente sirvieron para el abastecimiento y el esparcimiento, rápidamente se convirtieron en alcantarillas sepultadas por el pavimento. Así mismo cabe reconocer que en innumerables cabeceras municipales nuestros ríos y quebradas se convirtieron en el patio trasero de las casas.