¿Sirven los POT para arreglar ciudades afrocolombianas? Adriana Hurtado, profesora del Cider, participó en la Revista Colombia Afro de El Espectador
En la emisión número 154 de la Revista Colombia Afro-TV, espacio producido por la Fundación Color de Colombia en alianza con El Espectador, se abordó una pregunta crucial para el desarrollo urbano con enfoque étnico: ¿sirven los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) para arreglar ciudades afrocolombianas? El panel, moderado desde Santiago de Cali por Carolina Cortés, contó con la participación de Beatriz Rabe, decana de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Pontificia Bolivariana y presidenta de la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Urbanismo y Planificación; Marco Gamboa, profesor del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (URBAM) de la Universidad EAFIT; y Adriana Hurtado, profesora del Cider de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de los Andes.
En su intervención, Adriana resaltó varios desafíos estructurales que enfrentan los POT actuales, especialmente en su capacidad de responder a las realidades complejas de las ciudades afrocolombianas, muchas de las cuales son intermedias, tienen una fuerte relación con la ruralidad y enfrentan altos niveles de informalidad urbana.
Uno de los primeros puntos que subrayó fue la necesidad de repensar el ordenamiento del suelo rural en contextos urbanos. En su opinión, los instrumentos de planificación en Colombia han sido predominantemente urbanos, dejando al suelo rural como un componente subordinado. "Hay que proteger áreas de importancia ambiental en el suelo rural y entender que temas como la seguridad y la soberanía alimentaria no son un residuo de lo urbano, sino parte central del ordenamiento", señaló Adriana. Este enfoque es especialmente relevante para ciudades afrocolombianas que, por su ubicación y características socioespaciales, enfrentan una tensión constante entre crecimiento urbano e integridad del territorio rural.
Adriana también se refirió a la necesidad urgente de instrumentos que permitan armonizar el alto índice de informalidad presente en muchas ciudades intermedias del país. Esta informalidad —expresada en asentamientos informales, acceso desigual a servicios públicos y dificultades para la legalización del suelo— debe ser abordada no desde una lógica punitiva, sino a través de herramientas de planificación inclusivas que reconozcan y mejoren las condiciones existentes.
Otro reto que destacó es la escala supramunicipal. Muchas ciudades intermedias no funcionan de manera aislada, sino en redes interdependientes. Sin embargo, la planificación urbana en Colombia ha sido históricamente muy municipalista, lo que limita la capacidad de pensar y actuar sobre problemáticas territoriales compartidas. “Desde las ciudades intermedias tenemos que dar la discusión sobre cómo planificar de manera articulada con los municipios que hacen parte de una misma red”, afirmó.
La profesora del Cider, también reflexionó sobre las limitaciones del enfoque físico-espacial predominante en la planificación urbana. Mientras que los POT permiten cierto margen de maniobra en temas como la infraestructura, el urbanismo o el mejoramiento de barrios informales, enfrentan grandes dificultades para incidir en dimensiones estructurales como el empleo y la competitividad. "Hace falta un componente económico más fuerte en los POT que permita orientar modelos de ocupación del territorio realmente sostenibles", indicó.
En cuanto al largo plazo, Adriana fue enfática en que, aunque los POT están diseñados para tener vigencias de hasta 12 años —supuestamente cubriendo tres administraciones locales—, en la práctica la planificación urbana está excesivamente supeditada a los ciclos políticos. “Cada nueva administración llega y muchas veces interrumpe procesos iniciados por la anterior. El reto no está en la duración de los instrumentos, sino en que las administraciones se tomen en serio los proyectos de ciudad a largo plazo”, señaló. Esto tiene implicaciones profundas para las ciudades afrocolombianas, que requieren estabilidad en las políticas públicas para superar rezagos históricos de exclusión territorial.
Asimismo, Adriana recalcó la importancia de contar con una base sólida de información para la toma de decisiones: datos socioeconómicos, demográficos y catastrales que permitan planear con precisión. Pero también enfatizó que un buen POT necesita una visión compartida de ciudad, construida de manera participativa, con legitimidad social y coherencia entre sus componentes. “Hemos encontrado planes que apuestan por una ciudad compacta, pero después dejan suelos de expansión desproporcionados, generando incoherencias graves”, explicó.
Finalmente, Adriana mencionó tres prioridades clave que deberían orientar la formulación de los POT en Colombia: primero, tomar las determinantes ambientales y la estructura ecológica como base inamovible del ordenamiento territorial; segundo, definir de forma clara la clasificación del suelo y el límite urbano para evitar el crecimiento descontrolado sobre áreas rurales; y tercero, garantizar el acceso a la vivienda para los hogares de menores ingresos, tanto en nuevas áreas como mediante intervenciones en la ciudad ya construida, especialmente en sectores populares.
Desde el Cider, la participación de Adriana en este diálogo interinstitucional reafirma el compromiso con una planificación urbana que contribuya a la equidad territorial, al reconocimiento de la diversidad y a la construcción de modelos más sostenibles e incluyentes para las ciudades del país, especialmente aquellas con importantes poblaciones afrodescendientes.