Anualmente el 2 de febrero se celebra el día mundial de los Humedales. En esta fecha se conmemora la ocurrencia de la convención de Ramsar de 1971, la cual dio paso al primer acuerdo intergubernamental sobre medio ambiente enfocado en un ecosistema en particular. Como resultado de esta convención, oficialmente, se empezaron a aunar esfuerzos para la conservación de los humedales. Según la definición dada por el manual de la Convención de Ramsar, estos ecosistemas se caracterizan por que allí “el agua es el principal factor controlador del medio y la vida vegetal y animal asociada a él” (Secretaría de la Convención de Ramsar, 2016, p. 9). En Colombia el 26% del territorio continental está catalogado como humedal. Esto quiere decir que casi un tercio del país está conformado por zonas permanente o transitoriamente inundables de origen natural y/o artificial. Los humedales son ampliamente conocidos por la importancia que tienen para la subsistencia de especies animales y vegetales. Pero, además, estos ecosistemas también prestan una amplia gama de servicios[1] de regulación, abastecimiento, apoyo y culturales a las personas. No obstante, el desarrollo de las ciudades ha repercutido negativamente en su calidad y cantidad.
El impacto que ha generado la urbanización acelerada y descontrolada sobre los humedales ha incluido acciones como el relleno, la desecación y la contaminación de aguas. Pese a que estos ecosistemas han sido asociados a la generación y dispersión de vectores, la realidad es que los humedales urbanos son de gran importancia para la vida en las ciudades. Además de ser potenciales fuentes de agua potable y/o zonas de recarga de acuíferos, estos ecosistemas también permiten el cultivo y aprovisionamiento de alimentos, son epicentro de actividades de recreación y turismo y juegan un papel primordial en la mitigación y adaptación al cambio climático(Secretaría de la Convención de Ramsar, n.d.). Esto sin dejar de lado que son el hábitat de especies locales y migrantes y que son zonas en que se propicia no solo la purificación del agua, sino que también del aire. No en vano son considerados los riñones del planeta (Li et al., 2022).
Pese a que los esfuerzos de la conservación de los humedales urbanos no fueron propiamente adoptados hasta 2008 por la Convención de Ramsar, a lo largo del mundo se ha reconocido la importancia que tienen estos ecosistemas para la vida citadina. En consecuencia, los gobiernos han buscado la manera de promover su conservación. Una de las estrategias que se han implementado consiste en la “adecuación” de estos ecosistemas como parques. Esta estrategia articulada integralmente con la planeación del territorio ha mostrado tener buenos resultados en países como China, Suiza y Malasia, entre otros (Cobbinah et al., 2022).
Traído al contexto local es importante resaltar que, desde los instrumentos de la planificación urbana, en Bogotá a lo largo de este siglo se ha entendido la importancia de estos ecosistemas y se han planteado planes y estrategias para su conservación. Ahora, si bien el Plan de Ordenamiento territorial -POT- del 2004 (Decreto 190 de 2024) mencionaba reconocía tan solo 12 humedales y proponía planes y proyectos de conservación y restauración basados en el desarrollo de espacio público, en el POT vigente (Decreto 555 de 2021) se evidencia un cambio en la hoja de ruta. De este nuevo POT es de resaltar que se agregaron 5 nuevas áreas y se establecen determinantes claras encaminadas en pro de mantener y mejorar las condiciones ecológicas de estas zonas.
Es menester resaltar el compromiso que el Distrito ha asumido en aras a la preservación funcional de los humedales. La ocurrencia de la Misión Humedales de Bogotá en el 2020, que sirvió de insumo para la estructuración del POT, habla bien de la seriedad con la que desde el gobierno Distrital se están abordando los asuntos relacionados con el cuidado de estos ecosistemas. Quizás sea muy pronto para juzgar la eficiencia y pertinencia de las medidas propuestas desde el ordenamiento territorial de la ciudad, pero lo que sí es cierto es que desde la normatividad se están haciendo esfuerzos para salvaguardar la funcionalidad de estas áreas. Aunque vamos por buen camino, una vez más, es nuestro deber velar por que las buenas intenciones consignadas en los actos administrativos no se queden en el papel ¡a proteger y disfrutar nuestros humedales!
Referencias
Cobbinah, P. B., Korah, P. I., Bardoe, J. B., Darkwah, R. M., & Nunbogu, A. M. (2022). Contested urban spaces in unplanned urbanization: Wetlands under siege. Cities, 121. https://doi.org/10.1016/j.cities.2021.103489
Li, Z., Ma, L., Gou, D., Hong, Q., Fai, L., & Xiong, B. (2022). The Impact of Urban Development on Wetland Conservation. Sustainability, 14(21), 13747. https://doi.org/10.3390/su142113747
Secretaría de la Convención de Ramsar. (n.d.). Servicios de los ecosistemas de humedales - introducción. Retrieved February 5, 2023, from chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.ramsar.org/sites/default/files/documents/library/services_00...
Secretaría de la Convención de Ramsar. (2016). INTRODUCCIÓN A LA CONVENCIÓN SOBRE LOS HUMEDALES Subserie I: Manual 1 Cooperación internacional sobre los humedales M A N UA L DE L A CON V E NCIÓN. www.larissab.fr
[1] Los servicios a los que se hace referencia son los servicios ecosistémicos. Estos son beneficios que directa o indirectamente son percibidos por las personas y que son de origen