Una vez más el hashtag “venezolanos en Nueva York” alcanza ser tendencia en las redes sociales luego de que fuera noticia una protesta de migrantes en calles de Manhattan. Algunos de estos migrantes denunciaron a diversas agencias de noticias, como la EFE, haber sido desalojados de un hotel en Nueva York que les sirvió de refugio durante meses luego de recibir una notificación bajo las puertas de sus habitaciones que indicaba tener que dejar el hotel entre el 28 y 31 de enero (El Nacional, 2023). Posterior a esto los migrantes fueron trasladados a un albergue que, según algunos, no estaba en condiciones para recibirlos pues no cuentan ni con calefacción para protegerlos de la ola invernal.
La presencia de estos migrantes en las calles de Manhattan llamó la atención no solo de las agencias de noticias sino también de otros venezolanos que se acercaron a reclamar que en lugar de protestar debían buscar trabajo. Al mismo tiempo, en redes sociales se viralizaron videos de quienes iban a reclamar a los protestantes y también de otros venezolanos que manifestaron sentir vergüenza de que un grupo de migrantes estuvieran pidiendo un techo de forma gratuita. Incluso algunas personalidades de la televisión dejaron claras sus opiniones, como el reconocido actor y presentador venezolano Luciano D’alessandro.
Este fenómeno y ola de críticas entre venezolanos se viene acentuando desde el año 2022 luego de que Estados Unidos anunciara un nuevo plan migratorio para los venezolanos con intenciones de llegar a su país. Todo esto parecía responder a la ola migratoria que cada día se intensificaba a través de la peligrosa Selva del Darién y la crisis humanitaria en materia migratoria que empezaron a declarar ciudades como Nueva York.
De tal forma que, en esta oportunidad, la xenofobia no es lo único que parece manifestarse en los espacios públicos de las ciudades y también en las redes sociales, sino que, al mismo tiempo, venezolanos que ya se encuentran en los Estados Unidos o residenciados en otros países también han sido parte de críticas y comentarios que profundizan la discriminación por nacionalidad y el prejuicio. Incluso algunos han comentado que los venezolanos que han llegado a hacer ruido a los Estados Unidos no los representan y que “una cosa es ser pobre y otra es ser marginal” (J. Lima, comunicación personal, septiembre de 2022), lo que refleja el desconocimiento del significado, las causas y consecuencias de la marginalidad, además de una profunda falta de empatía. Todo esto ha dejado rastro de lo que pudiese ser un caso de endofobia; conocido como el rechazo irracional hacia personas que comparten el mismo origen o nacionalidad (Bethencourt, 2011) pero que no deja de estar atado al clasismo y racismo estructural tan presente en nuestros países latinoamericanos.
Resulta paradójico que Nueva York, siendo sede de las Naciones Unidas y lugar donde en 2016 se adoptaron una serie de compromisos para mejorar la protección de personas migrantes y refugiadas y que dio como resultado la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes (Agencia de la ONU para los Refugiados [ACNUR], 2016), sea hoy el escenario de estos fenómenos alrededor de la presencia de migrantes en sus calles.
Contexto: la población venezolana sigue arriesgando su vida al emigrar y lo dicen las cifras
Desde el año 2021 algunas organizaciones como la OIM y ACNUR, oficinas de las Naciones Unidas para la migración y los refugiados respectivamente, alertaron del aumento en el flujo de personas que buscaban atravesar la peligrosa zona fronteriza entre Colombia y Panamá, conocida como la selva del Darién, con la intención de llegar a Norteamérica. Entre enero y septiembre de 2021 la cifra de venezolanos que atravesaron esta selva llegó a 1.500 (OIM, 2021), una cifra que ya encendía las alarmas debido a que el récord del mayor número de personas venezolanas cruzando esta zona había sido de 66 durante el 2017. Sin embargo, el 2022 dejó una cifra de 7.131.435 personas que han emigrado de Venezuela (R4V, 2022) y, de este número, unas 150.000 ingresaron a los Estados Unidos a través de la frontera sur durante el mismo año (BBC, 2022).
Dentro de los motivos de este aumento de migrantes atravesando la peligrosa zona del Darién sigue estando, en primer lugar, la crisis política, social y económica en Venezuela. Además, la inestabilidad económica que ha dejado la pandemia de la COVID-19 ha motivado a miles de venezolanos que se encontraban en otros países de Latinoamérica a buscar nuevas y mejores oportunidades o a seguir el prometido y mal llamado “sueño americano”. Pero, al mismo tiempo, se hizo eco de que Estados Unidos estaba recibiendo migrantes venezolanos sin la posibilidad de deportarlos debido a la ruptura diplomática con Venezuela, lo que para muchos se tradujo en una oportunidad para atravesar la frontera del país norteamericano.
La reacción en el espacio público y redes sociales a los venezolanos en Nueva York
A través de redes sociales algunos migrantes compartieron sus experiencias atravesando la selva del Darién y alcanzaron cientos de miles de seguidores en plataformas como TikTok. En estos videos mostraron la dureza y los peligros que se encontraron en el camino, una realidad que llamó la atención de medios como el New York Times que publicó un reportaje luego de pasar días recorriendo la selva y documentando la situación de miles de venezolanos con los que se encontraron en el camino.
... el problema de la xenofobia retoma fuerzas cuando los migrantes se hacen notar
Pero no todo se ha resumido a las dolorosas experiencias en el Darién. Al momento de llegar a reconocidas ciudades como Nueva York, algunos celebraron bailando y compartiendo también estos momentos en sus redes. Rápidamente la etiqueta “venezolanos en Nueva York” se hizo viral generando polémicas reacciones. La exposición en internet de migrantes que han cruzado fronteras de formas irregulares y el hecho de que se hayan grabado durante el trayecto, y posterior a este, ha dejado ver que el problema de la xenofobia retoma fuerzas cuando los migrantes se hacen notar. Sin embargo, en esta oportunidad, no solo personas de otras nacionalidades han sido parte de la discusión, sino que ha sido la misma población venezolana que se ha encargado de denunciar los comportamientos de algunos grupos. Entre algunas de las reacciones se resalta que las personas que han llegado a través de las fronteras son personas sin educación que han llegado a delinquir y que, además, no representan los valores de “los venezolanos de bien” aun cuando los índices de criminalidad no han reflejado algún aumento importante a manos de extranjeros.
El perfil de las personas que han llegado a los Estados Unidos a través de las fronteras terrestres tiene ciertas particularidades, pues se trata de población venezolana en situación de pobreza, algunos con hijos en condiciones especiales de salud y que necesitan tratamientos médicos de urgencia y otros que se encuentran indocumentados. Pero, lejos de esto, las opiniones en redes sociales se han centrado en resaltar características físicas como el color de piel y rasgos de estos migrantes o las formas de vestir y hablar que, basado en prejuicios, consideran propias de personas que delinquen y/o de barrios muy pobres. Además, como no es de extrañarse en redes sociales, también se han compartido fake news y se han tergiversado algunos videos en los que, sin contexto ni audio, se culpa a los migrantes venezolanos de actos vandálicos en Nueva York.
La paradoja de Nueva York y el desconocimiento de la protección a los migrantes y refugiados
En 2016 La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) declaró que nunca antes tantas personas estaban viviendo en países distintos al de nacimiento y que el número de migrantes estaba creciendo a un ritmo más rápido que el de la población mundial (ONU, 2016). Debido a esto, se aprueba la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes en una Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de septiembre de 2016 en el que se resalta el compromiso y la cohesión internacional que debe existir en estos tiempos de grandes desplazamientos.
Dentro de esta declaración se hace un llamado importante a recordar que los derechos humanos y libertades fundamentales de todos los migrantes y refugiados deben ser respetados independientemente de los motivos y las condiciones particulares de cada uno. También se destaca la necesidad de vivir en condiciones seguras y dignas, precisamente uno de los reclamos de los migrantes venezolanos desalojados de un hotel de Manhattan en enero de 2023.
Llama la atención, entonces, que uno de los reclamos de las personas que se acercan o se refieren a los manifestantes sea que dejen de exigir un lugar digno para dormir ya que asocian que lo normal de un refugio es el hacinamiento, la ausencia de mobiliario que facilite un mínimo de privacidad y sin equipamiento que haga posible, como mínimo, mantenerse a una temperatura adecuada. Estas reacciones dejan en evidencia el desconocimiento de los diversos tratados internacionales en materia de derechos para refugiados y migrantes, lo dividido que se encuentra un país como Venezuela incluso entre su población migrante y lo polarizado que se encuentra también a nivel político pues hay quienes etiquetan a estos migrantes como “los marginales” e “hijos de Chávez y maduro” debido a su condición de pobreza y “querer que los mantengan”.
Cabe destacar que muchos de estos migrantes se encuentran aún en situación migratoria irregular por lo que encontrar un trabajo estable o digno se vuelve una tarea de todos los días, además de ponerlos en riesgo de ser deportados ya que se encuentran bajo la supervisión de las entidades migratorias. Asimismo, algunos grupos denuncian ser parte de un juego político entre republicanos y demócratas al ser desplazados no solo entre albergues sino entre distintos estados del país, como lo ha hecho el gobernador de Florida Jon DeSantis (BBC, 2022), hecho que los aleja de encontrar posibilidades laborales.
¿Endofobia, racismo, clasismo o todo del mismo modo y en el sentido contrario?
Durante los años por los que se ha extendido la crisis migratoria de venezolanos en el mundo se han popularizado las denuncias de xenofobia, pero sin duda alguna una de las reacciones que más ha llamado la atención, especialmente en el último año, es la reacción de algunos venezolanos sobre otros connacionales. Este hecho se podría conocer como un caso de endofobia, un concepto poco estudiado pero que está tomando una gran relevancia en el contexto de esta crisis migratoria.
La endofobia es el rechazo entre personas que comparten origen o nacionalidad y es considerada un tipo de racismo. Este concepto debe sus orígenes a los periodos de colonización en los que se buscó blanquear a la población y hacerla “culta” según los estándares del colonizador y sin respetar la cultura propia y ya establecida de los pueblos usurpados. Lo sucedido en estos procesos resulta familiar con lo que ahora se esconde detrás de la inconformidad de quienes alegan que estos migrantes “no tienen educación ni cultura” por el hecho de expresarse o verse diferentes a otros venezolanos que se consideran superiores, como si migrar se debiera limitar solo a quienes han tenido acceso a la educación o pertenecieran a su misma cultura, situación económica o sistema de valores.
Por otro lado, también se considera que la endofobia se transversaliza con otras actitudes discriminatorias como el clasismo y el racismo ya que, como ha sido el caso de las distintas olas de migrantes venezolanos en los últimos años, han sido las clases sociales bajas las cuestionadas y rechazadas. Mientras tanto, quienes han migrado en situaciones privilegiadas han estado menos expuestos a dinámicas de exclusión, como fue el caso de la primera ola de migrantes venezolanos; empresarios, profesionales con experiencia en el campo petrolero y otros sectores formales.
Es lamentable que, así como en el espacio público urbano, cuando lo invisible se hace visible, y en el caso de las redes sociales: viral, pueda incomodar a tal punto de que algunos grupos quieran negar el derecho a permanecer en estos espacios aun cuando histórica y simbólicamente algunos sean un sitio de encuentro de distintas culturas y el centro de expresiones diversas. Tal parece que, una vez más, los migrantes se dividen en el bando de los buenos y los malos y no precisamente por estar involucrados en actos delictivos, sino por el nivel de productividad y aporte económico que pueda representar para el país al que llegan y, por supuesto, por la capacidad que cada migrante tenga para integrarse o “encajar” en un grupo social dominante aun cuando esto signifique abandonar su identidad.
Para finalizar, considero que se está convirtiendo en urgencia que las organizaciones y agencias dedicadas a la protección de los refugiados y migrantes hagan un mejor esfuerzo por exponer los derechos fundamentales que tienen estos grupos en situación de vulnerabilidad y que, como población, hagamos un llamado a la empatía para con quienes han tenido que huir de sus países independientemente de las diferencias que nos caracterizan, cultura, religión, grado de educación formal o hasta nuestros distintos sistemas de valores. Migrar en muchas ocasiones se vuelve una cuestión de supervivencia, por lo tanto, no es una elección sino, quizá, una necesidad, por lo que es importante entender que independientemente de nuestras realidades individuales hay otras que deben ser protegidas, escuchadas y respetadas.